Disfruta de tu Sexualidad
Primera parte
Islam y sexualidad
El Islam concibe la
sexualidad como un don divino y su práctica es equiparable a la limosna, la
oración o cualquier acto piadoso. El acto sexual es agradable a los ojos de
Dios, puesto que la sexualidad es algo que Él puso en las criaturas. Por eso,
se debe buscar el placer en sí, tenga o no como finalidad la procreación. El
objetivo final es alcanzar la armonía sexual, ya que si se logra se consigue
también la armonía espiritual, lo que redunda en el bien de la comunidad. Ello
supone rechazo a toda forma de ascetismo, ya que se puede entender como un
desprecio hacia el cuerpo, y despreciar el cuerpo supone despreciar el
espíritu.
Aceptada de forma tan
tajante la sexualidad y su práctica, la primera preocupación de Mahoma fue
llevarla por cauces admisibles, hacerla lícita a través del matrimonio. El
islam no contempla el celibato como práctica religiosa, y considera que el
estado natural del ser humano es el matrimonio.
El Corán permite a los
musulmanes casarse con mujeres de otras religiones abrahámicas (judías o
cristianas). Los intérpretes contemporáneos han mantenido esta regla, pero
muchos ven los matrimonios mixtos como poco recomendables (ya que consideran
que conducen a problemas, como por ejemplo, la determinación de la religión de
los hijos) aunque sean legales.
En cambio, a una mujer
musulmana sólo se le permite casarse con un varón musulmán, entre otras razones
para evitar que sus hijos puedan educarse como no musulmanes. El contrato
matrimonial entre una mujer musulmana y un varón no musulmán se considera
tradicionalmente como ilegal y nulo, por tanto un adulterio desde el punto de
vista legal. La misma regla se aplica por los expertos en sharia (ley islámica)
para el contrato matrimonial entre un varón musulmán y una mujer de fe no
monoteísta, como el hinduismo, aunque esta calificación es debatible. El
budismo, por su parte, se considera como una religión no teísta.
El Corán plantea las
siguientes condiciones para el hombre de cara al matrimonio:
·
En adelante. No os caséis con las mujeres con
que han estado casados vuestros padres. Sería deshonesto y aborrecible. ¡Mal
camino...!
·
En adelante, os están prohibidas vuestras
madres, vuestras hijas, vuestras hermanas, vuestras tías paternas o maternas,
vuestras sobrinas por parte de hermano o de hermana, vuestras madres de leche,
vuestras hermanas de leche, las madres de vuestras mujeres, vuestras hijastras
que están bajo vuestra tutela, nacidas de mujeres vuestras con las que habéis
consumado el matrimonio: si no, no hay culpa -, las esposas de vuestros propios
hijos, así como casaros con dos hermanas a un tiempo. Alá es indulgente,
misericordioso.
·
Y las mujeres casadas, a menos que sean
esclavas vuestras. ¡Mandato de Alá! Os están permitidas todas las otras
mujeres, con tal que las busquéis con vuestra hacienda, con intención de
casaros, no por fornicar. Retribuid, como cosa debida, a aquéllas de quienes
habéis gozado como esposas. No hay inconveniente en que decidáis algo de común
acuerdo después de cumplir con lo debido. Alá es omnisciente, sabio.
·
Quien de vosotros no disponga de los medios
necesarios para casarse con mujeres libres creyentes, que tome mujer de entre
vuestras jóvenes esclavas creyentes. Alá conoce bien vuestra fe. Salís los unos
de los otros. Casaos con ellas con permiso de sus amos y dadles la dote
conforme al uso, como a mujeres honestas, no como a fornicadoras o como a
amantes. Si estas mujeres se casan y cometen una deshonestidad, sufrirán la
mitad del castigo que las mujeres libres. Esto va dirigido a aquéllos de
vosotros que tengan miedo de caer en pecado. Sin embargo, es mejor para
vosotros que tengáis paciencia. Alá es indulgente, misericordioso.
·
Alá quiere aclararos y dirigiros según la
conducta de los que os precedieron, y volverse a vosotros. Alá es omnisciente,
sabio.
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